Perfecto ejemplo del sanchismo

Una de las vertientes de ese concepto del que tanto se lamenta el presidente Sánchez, el «sanchismo», ha sido palmariamente exhibida ni más ni menos que por él mismo, en su debate televisivo con el Sr. Feijóo: impedir descaradamente las críticas a su gestión.

Ningún atisbo de rebatir razonable, democráticamente, esas críticas. Tan sólo interrupciones continuas a su rival, con palabras gratuitamente descalificadoras y gestos prepotentes –en realidad, totalmente desesperados ante su próximo destino perdedor–, típicas de quien se cree en poder de la verdad absoluta –en realidad, sólo en poder del poder: tal es el «sanchismo»–, y que han demostrado una actitud, no de quien detenta el Gobierno de España, sino del discutidor maleducado y ruidoso en una comida de menú del día… Verdaderamente lamentable.