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Cartas al director

Ojo al dato

Hay una oración que acompañará las biografías que se escriban de Yolanda Díaz y que la vicepresidenta ha pronunciado con esa convicción que solo se ensaya cuando te arrimas a la verdad. El «le voy a dar un dato» empezó a usarlo Díaz en el Congreso como un modesto precursor discursivo y acabó convirtiéndolo en una ráfaga de metralleta que dejaba al contrincante congelado antes siquiera de gastar la primera bala. El dato, sobre el mismo amasó Díaz su patrimonio y al dato se remitía cada noche José María García con aquella expresión de otra época, su canturreado 'Ojo al dato' que concedía a la información precisa la importancia adecuada. Justo el dato es lo que molesta en una campaña electoral como esta y en un debate-sálvame como el del lunes, porque el dato es el recurso de los adultos, una ducha fría contra el calentón ideológico, y eso es precisamente lo que se busca en estas elecciones, tener a punto al votante, a pesar del calor, de manera que acudan a la urna como si fueran a desembarcar en Normandía y cada uno llevase en el pecho la misión de liberar a los demás de algo. Y aquí hay que reconocer que puestos a recalentar está recalentando mejor la derecha, entre otras cosas gracias a su maestría para deconstruir el dato hasta convertirlo en una croqueta en la que es imposible distinguir la cebolla de la cola de merluza. El lunes vimos a dos adultos en una pelea de niños que se tiraban mentiras a la jeta sin explicar por qué eran mentiras. Y enseguida la cosa cayó de un lado.

En lugar del «cuelga tú; no, cuelga tú» de los amantes fue un «miente tú; no, miente tú» del trilero al que solo le preocupa que no sepamos dónde está la bolita.