Cartas al director
Zapatero ha resucitado
Toda campaña electoral deja decenas de lecciones. De la que actualmente sufrimos, me quedo con una que no recuerda de las anteriores: tiene poder taumatúrgico, resucita a los muertos, incluso a personas que la política había asesinado. El ejemplo más claro es el de José Luis Rodríguez Zapatero. Ignoro si lo recuerdan, fue presidente del Gobierno español después de Aznar y antes de Rajoy, como el ingrediente de un bocadillo del PP. Lo derrotó la crisis económica iniciada en el 2007, tras hacerle pasar un auténtico calvario: los números boyantes de la economía se deshacían cada mañana en sus manos, él se negaba a reconocer la crisis, los medios lo vapuleaban, llamadas nocturnas de grandes dirigentes occidentales lo humillaban, tuvo que pactar con el PP una reforma de la Constitución impuesta por poderes extranjeros, España estuvo a punto de ser intervenida. Expulsado democráticamente del poder, ZP se recluyó en el Consejo de Estado como si fuese un convento de clausura y su actividad política pareció limitarse a mediar, con éxito desconocido, ante Nicolás Maduro. Y de pronto, once años después de su enterramiento, reapareció y miren cómo: como gran autoridad moral de la izquierda, como gran inspirador de la política de Sánchez, como gran avalista de la ortodoxia socialdemócrata del PSOE y, al parecer, como garantía de la movilización y la fidelidad del electorado socialista. De ser casi un apestado en las anteriores elecciones, pasó a ser un talismán en estas. Es decir, Rodríguez Zapatero ha resucitado. Resucitó de tal forma que mucha gente saldrá de esta campaña con la creencia de que la crisis financiera del 2007-2008 comenzó en tiempos de Rajoy y, encima, Rajoy la agravó con unos recortes que Zapatero nunca hubiera aceptado, por mucho que se empeñaran Merkel, Obama y la Comisión Europea. No sabe el señor Zapatero cuánto lo celebro: al final, la muerte en política no es definitiva, porque admite la resurrección. Lo único que requiere ese milagro es la existencia de un relato. Y lo único que requiere el relato es que lo escriba el ganador. Por eso ahora, entre Zapatero y Sánchez tiene que haber surgido una larga y hermosa amistad. Vayan ustedes a saber en qué proyectos conjuntos puede terminar.