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Cartas al director

¿Sabemos con quién nos la jugamos?

Aznar acertó al entender que todo lo que está a la derecha de la izquierda política debe marchar unido bajo las mismas siglas. Así consiguió el PP sus mayores éxitos y eso es lo que debieran entender tanto Feijóo como Abascal. Mientras a veces estén bien avenidos y otras sean discordantes, será muy difícil desbancar a una izquierda que les aventaja en la construcción del relato, esa izquierda maquiavélica que ha conseguido que mucha gente tema más a Vox que a Bildu o a Ezquerra; esa gente que admite el comunismo bolivariano de Sumar con naturalidad por muy incomprensible que parezca. Dicen ellos que negociar con toda esa jerigonza de enemigos de España es democracia porque son partidos legales que están en el Parlamento y, sin embargo, arremeten contra Vox, parlamentario y legal como quién más, pero que comete el pecado imperdonable de defender la idea de una España unida.

Entendamos que lo que diferenció las encuestas del resultado de las urnas el 23J fue que, pese a la pésima campaña de Sánchez, éste, al final, consiguió movilizar a mucha gente desmotivada que se asustó y creyó la patraña de que si ganaba la derecha llegaba el fascismo de la mano de Vox.

Cuando se sale al campo con uno o dos goles de desventaja, un entrenador bocachancla no ayuda en nada a remontar. Se echa de menos algo de autocrítica por parte de ambos partidos, sobre todo de quienes han perdido 19 de sus anteriores escaños y siempre hablan un lenguaje solo dirigido a sus ya fieles, mientras culpan de sus reveses y errores a todos, incluido el PP, menos a ellos mismos. Sobran debates semánticos inoportunos, sobra decir, en campaña, cosas como la de que en Cataluña habrá tensiones cuando gobierne la derecha porque eso se va a tergiversar y utilizar contra ellos.

Creo que, en muchos aspectos, Vox mantiene una admirable actitud heroica pero en política hay que ser más zorros. La política es el arte de engañar, decía Maquiavelo. No pido que nadie mienta pero al menos habría que ser muy prudentes y no andar por la vida con orejeras puestas sin ser conscientes de lo que hay alrededor y con quien nos jugamos los cuartos.