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Cartas al director

Árbitro/Moderador

Se trata de la actuación del Jefe de Estado, en concreto sobre la propuesta del jefe de Gobierno. El origen de la Jefatura del Estado hay que buscarlo en la necesidad de contar un poder neutro para moderar a los otros tres, y así viene señalado en nuestra Constitución.

Este mismo texto señala que el Rey es «un símbolo de la unidad y permanencia del Estado», y le asigna tareas: «proponer el candidato a presidente del Gobierno» pero también, lógicamente, debe «ser informado de los asuntos de Estado».

Arbitrar significa idear o disponer los medios, medidas o recursos necesarios para un fin, en esto podría consistir el arbitraje del Rey respecto a la consulta previa a la propuesta, que cobra más valor en una situación como la presente en la que el resultado electoral no ha sido suficientemente favorable a uno de los concurrentes. A tenor del resultado de las consultas el Rey bien pudiera sugerir unas coaliciones y desaconsejar otras, precisamente en aras de la «unidad y permanencia del Estado».

También ejerce una función de moderación, para templar, ajustar o arreglar algo, evitando el exceso, y puede llevarla a cabo ejerciendo su influencia, aconsejando o sugiriendo.

Respecto a la propuesta, el Rey tendría estas opciones. La primera sería proponer en primera instancia al ganador de las elecciones, Núñez Feijóo, siguiendo una norma no escrita pero respetada a lo largo del tiempo, aún a sabiendas de la gran dificultad, prácticamente imposibilidad, de que consiga los escaños necesarios para formar gobierno. El Rey se ajustaría a su papel institucional, nadie podría achacarle nada. La segunda opción sería la de proponer en primera opción a Sánchez, que parece ser el que sí reúne los apoyos a pesar de no haber ganado las elecciones; esta novedosa opción real se apartaría de lo habitual, rompería esa norma no escrita, recibiendo seguramente el reproche del partido ganador, y todos españoles afrontaríamos las consecuencias de tener un gobierno prisionero de los muchos y diferentes socios, y, por tanto, débil.

Finalmente, la tercera posibilidad es que el Rey, proponiendo o no en primera instancia a Núñez Feijóo (o ante la renuncia de éste), decidiera no proponer a Sánchez a consecuencia del resultado de las consultas, pues seguramente no dispondría de una completa información sobre las posiciones de los diferentes partidos y de los aspectos concretos de los pactos de gobierno (probablemente algunos ni acudirán a la llamada), es decir, carecería de la necesaria información sobre asuntos de Estado para hacer una propuesta adecuada. Sería la opción más costosa para el Rey ya que recibiría duras críticas de parte de la extrema izquierda, independentistas y republicanos, y nos llevaría a unas nuevas elecciones tras agotarse los plazos.

No obstante, el Rey Felipe VI con su superior criterio decidirá lo que estime mejor para España.

Este lío es la consecuencia de la negativa de Sánchez a negociar con Núñez Feijóo una gran coalición, como parece ser el deseo de los españoles a tenor del resultado electoral.