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Cartas al director

Sumando personas

Todo reino dividido contra sí mismo quedará desolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no se sostendrá. (Mt 12,25)

En esto consisten muchas de las patologías que encierra la mente humana. Yo pienso esto, pero hago lo otro.

La coherencia es básica. Cuando los sentimientos son contradictorios, los pensamientos no son claros.

Hoy se habla mucho de «persona tóxica», en cambio se habla poco de «persona vitamina», que nos ayuda con una mirada, una sonrisa, un gesto de aquiescencia…

Está bien que se reconozca y se denomine por su nombre la maldad, pero, ¿acaso no es también necesario hablar de la magnanimidad?

A veces no reconocemos la bondad que actúa sobre nosotros. Si reconocemos y denominamos la maldad, por su nombre, también hay que reconocer la bondad, si no es así se acabará cambiando el nombre de «sociedad de bienestar» por el de «sociedad de malestar» y, por desgracia el, sentimiento de una «sociedad muerta» prevalecerá sobre el sentimiento de una «sociedad viva».

La palabra magnanimidad ha sido desterrada en esta sociomeritocracia. Mas, ¿qué soy capaz de aportar a la sociedad?, ¿acaso es más la escultura que el escultor?