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Cartas al director

Puigdemont y los diputados con cerebro subrogado

Se destaca en los medios cómo el destino inmediato del Congreso depende de Puigdemont. No es cierto, depende de cada uno de los diputados. Los partidos españoles inventaron el «transfuguismo» para arrebatar a los diputados su libertad de pensamiento y voto. También decidieron que el voto secreto fuese un procedimiento sólo excepcional, para garantizar su control. Los diputados pueden cambiar de género, pero no pueden tener opinión propia. Sólo la de su caudillo, incluso a costa de los intereses de la provincia que representen.

Es estadísticamente imposible que el 100 % de los votantes del PSOE de Castilla la Mancha opinen de las exigencias independentistas lo contrario a lo que dice su recién reelegido presidente autonómico. Sin embargo, el 100 % de los diputados manchegos votará regalar a Cataluña 70.000 millones de euros y seguirá yendo a Madrid al hospital. Sus compañeros extremeños, todavía más generosos, olvidarán la reivindicación de un tren que parezca un tren.

¿Cómo hemos llegado a una democracia en la que tantos diputados no usan excepcionalmente su voto para defender a sus representados ante propuestas que claramente les perjudican, y subrogan su cerebro para que lo ocupen las órdenes de su partido? La respuesta es clara: lo que tenemos no es una democracia representativa. Hemos sido engañados. Los viejos ya tuvimos un Congreso sin tránsfugas hasta 1978, el del otro Caudillo. Ahora, la Constitución establece que cada diputado tiene el derecho y la obligación de representar y defender a los ciudadanos según su mejor saber y entender. En ocasiones, deberá sopesar si su conciencia coincide o no con las órdenes dictadas por su partido. El momento lo requiere.

Dijo Baltasar Gracián (1601–1658, no confundir con Baltasar Garzón): «Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos». Eso es lo que se espera de un representante del pueblo. Durante la pasada legislatura dos diputados navarros no fueron tránsfugas de su propia conciencia. Bravo. Necesitamos muchos más, para hacer la representatividad creíble.

Pablo Espinet

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