Cartas al director
Lo que es la envidia
La envidia no debe inquietar el sueño de los demócratas. El divorcio entre políticos ha embarrado la interpretación de los analistas políticos y tertulianos, no han sabido interpretar el factor humano. No han analizado lo que le llevó a Pedro Sánchez a negociar su sueño y el reparto del poder estatal con la coleta de Iglesias. Las razones que Sánchez esgrimió para justificar la inclusión de Iglesias son por completo chuscas. Si Pablo no está dispuesto a defender la democracia y la Constitución española como dice, tampoco lo estarán sus peones y compañeras del «sí podemos». Las discrepancias que Sánchez pudiera tener con la coleta sin «montera» sobre el reparto del pesebre, son las mismas que tendrá con sus colegas.
Todas estas sinrazones de Sánchez tan vacías, son encubridoras de la razón verdadera. El analista político dirá que la razón verdadera es la desconfianza mutua que Iglesias y Sánchez se profesan. Pero no, la razón más verdadera y literaria es la del «factor humano» que no es otra cosa que la envidia. El Dr. Sánchez está intentando reducir al Dr. Iglesias antes de que se lo meriende. Sabe íntimamente que Iglesias es mucho más falso que él, mucho más inteligente y peor que él, mucho más apasionado con todos los defectos trasnochados que él, que solo es un cascarón vacío fracasado sin ideas y contenidos, un mediocre resentido reconcomido por la envidia. España ni puede, ni debe, estar en manos de esta clase de «doctores» ambiciosos y envidiosos. Si al frente del PSOE verdadero hubiese un hombre de Estado capaz de supeditar sus propias apetencias al interés general, otra cosa sería, no se dejaría comer por un envidioso.
A esta collera que es capaz de engañarse entre sí y a su vez a los españoles no les importa España. Solo creen en apaciguar a los independentistas con un «diálogo» milagroso. Uno, para que no se separen y el otro para que se vayan. Por desgracia, son lo que son. Y estos son una gran desgracia para España. Cambiémoslos por otros por el bien de los españoles. Que no sean tan envidiosos y mentirosos…