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Cartas al director

Las líneas rojas del heroico PNV

Entre la memoria histórica, la amnesia selectiva y la cirugía estética que se han practicado algunos partidos, no resulta fácil reconocer al PNV: los hijos de aquel Sabino Arana que basó gran parte de su racista ideología redentora en odiar al resto de españoles, porque los consideraba bestezuelas libidinosas que dañarían la virtud del pueblo vasco. Ignorando siglos de historia común, agitando una bandera copiada de la británica, utilizando la lengua vasca como ariete y tomando como guía todo lo que pudiese separarles del resto de España, se inventaron una nacioncita que se ha impuesto a precio de sangre y extorsión. Su pasividad en los duros años de plomo con los asesinos etarras nacidos del odio de las entrañas nacionalistas y del marxismo «liberador», marcaron la elevada moral de tan glorioso partido, acrisolada con su cómplice silencio ante la expulsión de sus tierras de millares de vascos amenazados de muerte, y reforzada por el aliento de la despreciable clerecía vasca, tan comprensiva con sus hijos del tiro en la nuca, pero que negaba los funerales a sus pobres víctimas.

«Heroica» biografía del PNV que, siendo ya desconocida para una mayoría significativa de españoles, sirve para que los gerifaltes nacionalistas comparezcan ahora con aires de superioridad y proclamando que ellos mantienen unas claras líneas rojas que les obligan a estar contra el «fascismo de Vox». Y es lógico, porque Vox es el partido de Ortega Lara, Santiago Abascal y de tantos otros que han sido testigos, víctimas y denunciantes continuos de la culpable comprensiva actitud del PNV con los criminales etarras, a diferencia de otros partidos que, pese a contar también con víctimas en sus filas, pronto las olvidaron ante la negociación por el poder a cualquier precio. La abierta cicatriz de dolor y muerte que aún perdura entre las víctimas, sus familiares y amigos, sí que son unas indelebles líneas rojas.