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Cartas al director

Confluencia de iluminados

Nada es más nefasto en este mundo –y ya es aventurar– que le den el bastón de mando de cualquier organización territorial, política económica o social a un iluminado, alguien que se cree que ha aparecido en este mundo para ser el personaje de la historia. Y aquí en España hemos tenido la mala suerte de que nos caigan dos de esos seres al mismo tiempo: Sánchez y Puigdemont. Con estos personajes no cabe razonar, ni esperar que hagan algo a favor de la comunidad dañada por su presencia, están por encima de ella, todos están a su servicio porque le son deudores por haber tenido la dicha inmensa de poder adorarle como a un dios. El discurso de Puigdemont lo demuestra. Quiere pasar a la historia como el personaje que ha liberado a Cataluña. Y el otro, a sus pies, porque le va su interés en ello, esperando que sea condescendiente con él porque le ofrecerá a España en el ara de los sacrificios. Ni uno ni otro se han enterado de que la soberanía nacional recae en todos los españoles y para disponer de un trozo de España hay que contar con todos los afectados. Puigdemont y Sánchez ya son una pesadilla.