Viejo PSOE, nuevo PSOE

El PSOE es el partido político más antiguo de España, fundado en el siglo XIX en plena Restauración borbónica, tras los horrores de la conocida como «La Gloriosa» revolución de 1868, la breve Monarquía de Amadeo de Saboya y la surrealista primera experiencia republicana. Repasar la triste historia del socialismo español sería merecedor de una tesis doctoral. Pero, lo que resulta indudable es que padecemos el final de unas siglas, por mor de practicar el culto a la personalidad de un patético y endiosado líder que se está esmerando en destruir al partido que le echó a patadas hace unos años, tras perder las elecciones y bloquear la investidura del señor Rajoy. Curiosamente, igual que ahora. Como no se ha aprendido de los errores del pasado, Pedro Sánchez, el gran timonel del nuevo PSOE, ha tomado la decisión inquebrantable de pactar la demolición de nuestra Constitución, con la única finalidad de continuar en el poder, como un Maduro cualquiera. Es muy cierto que Sánchez no es un producto de la casualidad y que ya tuvo como antecesor a Rodríguez Zapatero, pero es un caso clínico sin precedentes. Ni Godoy en 1808, cuando vendió la independencia española a Napoleón. El problema es que el socialismo no tiene margen de eliminar a este tumor personificado, que destruirá lo honorable que gozaba desde que Felipe González recuperó para la democracia y la socialdemocracia de los despojos heredados del PSOE guerracivilista del funesto Largo Caballero. Están bramando los históricos socialistas pero ninguno sabe como poner freno al líder. El dilema es que, salvo intento de última hora de volver a repetir el famoso Comité Federal de octubre del 2016, Sánchez culminará su hoja de ruta. Ya veremos.