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Cartas al director

Verdaderos ecologistas

Asistir una sola jornada al quehacer diario de una ganadería con su ganadero, su mayoral, su veterinario y demás cuidadores en exclusividad del toro de lidia es una auténtica gozada y también la prueba más palpable de que ellos sí que contribuyen a proteger al animal y su medio natural con su dedicación, muchas veces, altruista, pues resulta ser poco rentable cuando no a pérdidas en la mayoría de las mil ganaderías de bravo que pastan en la península ibérica.

Se puede apreciar de primera mano los cuidados tan exhaustivos y el mimo que recibe el toro en el extenso hábitat del que disfruta, la dehesa. Movidos por un amor incondicional, reflejado en sus miradas a ese bravo y noble animal y a su inconfundible flora con esa simbiosis tan perfecta y necesaria.

La pregunta surge espontáneamente, ¿qué arrastra a estos hombres a esa dedicación nada recompensada económicamente y que además los esclaviza al medio rural, ya que su atención permanente al medio y al animal no conoce festivos?

Cuando escucho comentarios como que son unos maltratadores o desaprensivos por gente, además, que han hecho un verdadero «modus vivendi» y que integran un movimiento ideológico llamado ecologismo que deja patente su atroz desconocimiento en la materia sólo con escuchar sus desatinas manifestaciones.

Y qué pena de aquellos ilusos seguidores que engañados por estos desaprensivos que no sólo no conocen este mundo, sino que no sienten realmente ningún apego a él, más allá de la rentabilidad económica que les genera esta vana postura. Sin embargo, los siguen con una fe ciega, convirtiéndolos en altavoces del odio y la mentira.