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Cartas al director

Donde está la inteligencia

Si en 1977 se le hubiera preguntado a un extranjero si el cambio de régimen en España podía salir bien y terminar sin sobresaltos, hubiera contestado que no. y menos para escribir una Constitución razonable y avanzada para convertir a España en una democracia.

Pero mira por donde, lo que no sabían que había personas con mucha inteligencia, muy diferentes en sus ideas y pensamientos, con sus humanos defectos y virtudes que se comportaron entonces como patriotas españoles, compartieron la idea constructiva de que su país debiera ser lo primero dando paso hacia la modernidad y la democracia. ¿Habría sido posible la Transición con los políticos actuales? Me temo que con esta tropa actual aquello habría terminado muy mal.

Hoy la política española se está llenando de lo peor de cada casa, es el único modo de ganarse el plato de lentejas y algunos hasta con chorizo. Nadie con talento y preparación estaría dispuesto a malograr su vida para ser siervo de un dirigente de partido con estudios falsarios, mucho aguante y excesiva cara, solo para dormir en el Palacio de la Moncloa. Esta es la divisa «grana y oro» del triunfador del partido.

Si hiciéramos una relación de los títulos y saberes de los parlamentarios españoles nos echaríamos a llorar por mucho tiempo y si nos dijeran realmente lo que nos cuestan, nos caeremos de espalda de la risa y del llanto. Y las titulaciones académicas del Consejo de ministros mejor que no las publiquen, nos daría mucha vergüenza. Las consecuencias no pueden ser más letales. No tienen sentido de Estado, solo piensan en el puesto, en la supervivencia personal, los problemas reales de España y las soluciones que demandan su futuro son olvidados. Estamos hartos de soportar y pagar tantos puestos inútiles para que se lo lleven puesto.

La inteligencia al servicio del pueblo, para encontrar las puertas de salida en ese laberinto que es un Estado moderno y democrático, sin ningún interés personal de ambiciones individuales. En cambio la ausencia de inteligencia, de formación y cultura, crea una política de amor y odio, como una comedia de teatro de enfrentamiento de «amigos y enemigos». Por la falta de inteligencia…