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Cartas al director

La sabiduría humanista de Gandhi

Se refería Gandhi a todo lo que destruye al ser humano: la política sin principios, el placer sin compromiso, la riqueza sin trabajo, la sabiduría sin carácter, los negocios sin moral, la ciencia sin humanidad y la oración sin caridad. Cuando la política no tiene principios se convierte en la pura ambición del poder y en una forma descansada y privilegiada de ganarse la vida, sin que un país, el tuyo y el de los demás, a muchos políticos le «importe un pepino». El hedonismo, la búsqueda del placer como principal finalidad, que no quiere asumir obligaciones y responsabilidades y quiere justificar con sofismas crímenes como el aborto sin trabas o la aplicación ilimitada de la eutanasia. La riqueza sin trabajo y los negocios sin moral, el dinero fácil, la acumulación de bienes materiales, aunque se pisotee la dignidad y se escatime el pan de los desfavorecidos que, con el sudor de su frente, no salen de la miseria. La cultura que no se asienta en los fundamentos sólidos de los principios cristianos y el humanismo grecolatino; imperando el nihilismo y la información y los conocimientos superficiales basados en la basura televisiva. La oración sin caridad, el mero formalismo y la beatería, aquello de que la «fe sin obras es una fe muerta», en fin, todo aquello que desvirtúa el auténtico sentimiento religioso que puede encauzar y aliviar dignamente nuestro efímero paso por la vida. La ciencia o el materialismo científico, sin asideros espirituales, que ya hace tiempo decretó la muerte de Dios y que tiene como principal objetivo la eternidad del ser humano en este valle de lágrimas. La sabiduría humanista de Gandhi y de muchos más intelectuales no está de moda, preferimos el gran saber culinario de los cocineros famosos o la cultura marxista y sectaria de las coletas visionarias, estos que quieren arreglar España rompiéndola.