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Cartas al director

¡Es la Yihad!

La razia perpetrada por Hamás el 7 de octubre y la respuesta de Israel cambiarán el panorama de Oriente Próximo para largo tiempo, si no es para siempre. Pero es que tamaña masacre terrorista y su cruel exhibición dejaban pocas dudas, a quien se encargó de planificarla, sobre cuál sería la reacción israelí. Y menos aún sobre quién sufriría directamente las consecuencias. Y es que, al contrario del ejército israelí, Hamás no nació para proteger a su población, a la que utiliza como escudo; su objetivo es otro, y está bien explicado en su carta fundacional (1988), en cuyo preámbulo se afirma: «Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo destruya», y más adelante proclama: «No existe una solución negociada. La Yihad –guerra santa– es la única respuesta». Ni rastro de un Estado palestino ni de las legítimas demandas de su pueblo. El proyecto político de Hamás no es otro que una teocracia totalitaria islamista y el genocidio de los judíos. Desde Irán, los ayatolás, enemigos declarados de Occidente, han felicitado a Hamás y desde lo alto de sus tribunas alientan a los jóvenes a matar y morir en nombre de Alá, esto es la Yihad. A nadie se le escapa su satisfacción por el frenazo que el bárbaro ataque ha provocado sobre el proceso de paz iniciado en 2020 con los acuerdos de Abraham. Y quizás sea esta la clave. Y en este contexto ¿qué papel juega España? Baste decir que mientras los israelitas velaban sus muertos, una vicepresidente del Gobierno de España y una de sus ministras –una tal Belarra– pedían a gritos que Israel «responda de sus crímenes». Pero a nadie debería sorprender tal infamia tratándose de neocomunistas en acción. Que Dios nos guarde de ellos.