Cartas al director
Los felices 20
Estamos otra vez, un siglo después, en los felices 20, que han podido ser los reflexivos, los fraternos e incluso los escarmentados 20, pero están reproduciendo con terrorífica exactitud la locura, el delirio y el desenfreno –la «felicidad»– que siguió a la primera guerra mundial y precedió a la segunda. Los cabarets, las licorerías y las Joséphine Baker de aquellos 20 renacen hoy en los cabarets digitales, las Joséphine Bakers de pacotilla y las redes sociales que mantienen ocupado –enajenado– al populacho. Nos han organizado una juerga nueva con los mismos patrones de la vieja; una mala reposición de los felices 20 para diezmarnos porque la economía no funciona con tanta gente y se hace más negocio destruyendo la humanidad que humanizando la economía. Nos condenan a repetir la historia porque no tienen tiempo ni ganas de buscar otras formas de prosperidad. Sigamos imaginándonos en los felices 20, con la estética modernista y el impúdico charlestón de la Baker, aunque tengamos una estética cochambrosa y unas Joséphines lamentables. Vivamos el momento –¿no era esa la consigna de hace un siglo, tras el horror de la guerra? ¿No es la de ahora, machaconamente repetida en los medios de comunicación, tras la pesadilla del virus?–. Estos felices 20 van camino de acabar como aquellos.