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Cartas al director

Estaba la Guardia Civil

El 23 de febrero de 1981, la mujer de Leopoldo Calvo-Sotelo, Pilar Ibáñez Martín, decidió no ir al Congreso para asistir a la sesión de investidura de su marido, y prefirió quedarse en su casa. Acudió sin embargo una amiga del matrimonio, quien no pensó que el acto iba a durar tanto tiempo, porque tenía que estar en otro sitio a las 7, por eso a las 6.20 salió del Congreso para no llegar tarde.

Cuando estaba saliendo a la calle escuchó unos disparos. Intranquila se fue a la primera cabina de teléfono que se encontró para llamar a su amiga Pilar, a quien intentó tranquilizar, diciéndole que acababa de salir del Congreso, y que no sabía lo que estaba pasando, pero que no se preocupase, porque habían entrado muchos guardias civiles.

La anécdota, al parecer absolutamente cierta, no desmerece lo contado por Alfonso Ussía en un reciente artículo, en el que ha defendido y ensalzado a la Guardia Civil con toda la razón y fundamento.