Cartas al director
¿Existe el amo?
Me pregunto: ¿por qué personas inteligentes pueden seguir a un político como si fuera el amo que les da de comer? Y que cambia de parecer un día por la mañana y por la tarde también. Traicionando sus promesas para que pasen hambre. El «socialista» cederá todo, para seguir siendo el amo.
Para eso se ha esforzado en habituarles a la obediencia y la devoción hacia él. Como un buen patrón. ¿Cómo es posible que un hombre pueda convencer a personas libres que olvidan su capacidad de decisión? La respuesta de ese olvido se produce por la necesidad de protección y orden que siente el ser humano, a costa de su libertad para pensar. Pensar que piense el amo. El poder del amo fascina, seduce, no solo al ignorante, también al inteligente que suprimió el Derecho en el 78 para valerse de leyes democráticas, «la ley de leyes» de la Constitución, no de la nación, sino del Estado, lo que llaman el Estado de derecho.
El poder en sí es maligno y si se ejerce como un amo es corrosivo, para volver a un Régimen del Derecho dictatorial. Ordeno y mando. Es decir, mi poder no es poder, sino Derecho. Qué me conceden mis esclavos, para eso soy el amo. Y con amo el ser humano pierde la capacidad de crítica, es mucho más fácil ser pasivo frente al que manda, que resistirse al tirano.
Entender el poder no se sustenta por la amenaza de las armas ni por las condiciones materiales de la existencia. Ni tampoco por el libre sometimiento y la aceptación de un yugo que exige la renuncia a la libertad y la justicia «de la ley a la ley» de la Constitución del 78.
Ahora el que se oponga a que canten los pastores un villancico al amo «con nómina estatal en Bruselas» es un fascista. Y el que rechace que se amplíe el perdón a todos aquellos que han cometido graves delitos, no solo de corrupción, golpismo y latrocinio, también a violadores de mujeres y niñas. El que se oponga es un fascista, lo que no se sabe si de derechas o de izquierdas…