Cartas al director
Un Gobierno exclusivista
Un tripartito de izquierdas, autodenominado progresista y feminista, gobernó en la Comunidad Valenciana durante ocho años gracias a un «pacto del Botánico» que resultó ser de hoja caduca.
Este Gobierno presumía también de fomentar la inclusión, de velar por los más débiles y desfavorecidos de esta sociedad neoliberal excluyente.
Quizás por eso pensó en los pobres interinos y diseñó un magno concurso para que pasaran a ser, gracias a los méritos acumulados por los años de incontables destinos y tipos de jornada laboral, funcionarios de carrera sin necesidad de aprobar una oposición.
Y ahí estaba, por ejemplo, doña Raquel Tamarit, consejera progresista de Educación del anterior gobierno, que diseñó, junto a su equipo asesor, un plan para la estabilización de 7.555 interinos de todas las etapas y especialidades educativas. Gracias a ella, y a su equipo progresista de asesores, fuimos sabedores de un milagro patente: la «uniformidad funcional» de toda esa bolsa de interinos. Pues de esas 7.555 plazas ofertadas en este concurso de méritos, se reservaron para las personas con discapacidad, con diversidad funcional se llama ahora, un total de… ¡cero plazas!
Ya dice un refrán que «obras son amores y no buenas razones». Pues en aquella decisión de ese Gobierno, autodenominado progresista y muchas cosas más acabadas en «-ista», como exclusivista, brillaron por su ausencia las palabras y las obras. Quizás por esto mismo, por su incongruencia sectaria, perdieron las últimas elecciones autonómicas y forman ahora parte de la oposición al actual Gobierno conformado por el Partido Popular y Vox.