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Cartas al director

Mi querida España

Qué profundo pesar, la muerte de nuestra querida nación, España, tierra de historia y pasiones, se encuentra ante una encrucijada que desgarra el alma patria.

En esta España vendida por quienes la temen, por quienes la aborrecen, por quienes fingen protegerla para sus propios intereses, donde los cimientos parecen desmoronarse como arenas movedizas, su muerte se cierne sobre nosotros. En cada rincón, la tristeza se disfraza de patria doliente.

Nuestra nación se tambalea ante la vorágine de un tiempo despiadado. La sangre en los colores de nuestra bandera no debería ser solo un adorno, sino la memoria profunda de sacrificios y luchas que forjaron nuestra identidad, la que poco a poco nos están arrebatando.

La tristeza, como un manto sombrío, se posa sobre las plazas y calles que antaño resonaban con la vitalidad de un pueblo orgulloso. El deber y la honra, que antes guiaban nuestros pasos, se ven eclipsados por quienes quieren quebrarla, deshonrarla, destruirla.

En estos tiempos oscuros, es nuestro deber rescatar la esencia perdida. Recordemos que la grandeza de España reside en su gente, en la pasión que late en sus corazones. Debemos reconstruir desde los cimientos, recordar que somos herederos de una historia rica, de una historia de batallas ganadas, de héroes sacrificados por un pueblo, por unas ideas, por una tierra. Nuestra tierra.

Que los colores de nuestra bandera vuelvan a resonar con la fuerza de la unidad, que la tristeza dé paso a la esperanza, y que el deber y la honra guíen nuestros pasos hacia un nuevo amanecer para España. Tenemos el deber de salvar nuestra nación, de honrarla, de mantenerla unida. De ser españoles, de ser España.