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Cartas al director

La reinvención de un dictador

Todos tenemos un día que marca nuestra existencia y el de Pedro Sánchez fue el 1 de octubre de 2016, cuando presentó su dimisión como secretario general del PSOE. Fue la única vez en su vida que derramo lágrimas de tristeza o de rabia. Sánchez se juró aquel día que jamás sufriría una humillación como aquella, cuando sus compañeros de partido le forzaron a dimitir. Todos le daban por muerto políticamente, pero como un buen dictador, recuperó lo perdido. Hoy tiene mando total en lo que queda del «partido». Su oponente fue una mujer sevillana que la apoyaba la vieja guardia felipista, la de los ERE. Sánchez la gano con sus «armas socialistas». El engaño, la mentira y la traición.

Y desde entonces, han transcurridos siete años y Pedro Sánchez dirige el partido con mano de hierro, «como lo hacía Franco» colocó a sus hombres en los puestos clave y se hizo con el control total de la organización para implantar un nuevo partido. De ordeno y mando, «como Franco». Hoy es tan temido como aplaudido. No se fía ni de su sombra, las personas le son útiles en la medida que sirven solo a sus intereses. Cuando no las necesita no tiene reparos, ni vergüenza de echarlos a la calle.

Es un individuo implacable, frío y calculador para medir los tiempos y las personas, siempre está dispuesto a jugar fuerte y no admite ningún pulso, por si acaso los pierde, no debate, manda, como un dictador. No olvida ninguna contradicción, por su condición de falso socialista. Engaña a todo el mundo todo el tiempo. Se ha ganado la fama de un hombre sin palabra ni respeto a sus compromisos por las muchas mentiras que ha consumado.

Respetare la Constitución y la independencia de las Instituciones del Estado, y las principales las tiene en sus manos. Ha metido a uno de sus siervos a dominar los tres poderes del Estado, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Le falta el principal. La Jefatura del Estado. Pero todo se andará, como Chaves y el comunista Putin…