Hablemos de la ELA y hablemos del Gobierno

Partimos de la base de que cualquier Gobierno que se precie, desde el mismo momento en que es nombrado debería olvidarse de los prejuicios políticos e intentar favorecer a todos los ciudadanos sea cual sea su ideario político, aunque para llegar a serlo haya tenido que llegar a acuerdos en los que habrá tenido que cambiar sus ideas preconcebidas por otras que en nada se les parezcan, haciendo malabarismos tanto semánticos y legales (y aquí es donde queríamos llegar) como presupuestarios. Aceptemos esa premisa básica y seguimos.

Estos días se está acudiendo a un tema presupuestario para intentar eludir el debate parlamentario de una ley que regule la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), esa terrible enfermedad en la que los músculos pierden la capacidad de nutrirse y que en poco tiempo hace que los afectados sean totalmente dependientes.

Según los cálculos del propio Gobierno, esta ley afectaría a algo más de 60.000 enfermos o, lo que es lo mismo, a algo más de 60.000 familias, y que el coste estimado podría ascender a una cantidad que ronda los 38 millones de euros. Con esto se entiende que se pondrían poner las bases necesarias para que todos los enfermos pudieran tener una vida digna en el transcurso de su enfermedad.

Ciertamente, hablando de esas cantidades, entiendo que lo del argumento presupuestario no deja de ser un tema menor que les costará entender a los ciudadanos que ven con recelo los excesos para con otros temas más ideologizados. Ya sabemos que en el tema de los impuestos la magia no existe, pero también sabemos que sí que existe el agravio comparativo. Menudos somos los españoles.