Fundado en 1910
Menú
Cerrar

Cartas al director

Estación final

La situación política actual es inimaginable para aquellos que con ilusión y esperanza votamos aquel año del 78, pensando en un futuro estable y mejor para nuestros descendientes. Eso sería también el espíritu de los padres de la Constitución, que en su ánimo de participación de todos los pueblos de España, añadieron una ley electoral que lo hiciese posible, basado todo ello en la ilusión del sentido común y la dignidad de los políticos futuros. Fallando esto último, y aumentando la irresponsabilidad de un candidato falto de escrúpulos, la ley electoral se ha convertido en el caballo de Troya que acabará con la Constitución del 78, por la vía de hechos consumados y la ambición sin limites de unos políticos que olvidan el bien común de los españoles, primando únicamente sus propios intereses. El voto de unos pocos, con valor superior al resto de los españoles, manifiesta una desigualdad difícil de sostener en democracia, y máximo en estos momentos, en los que se utilizan de modo torticero para justificar legalmente algo inmoral, como es la división de los pueblos de España y que traerá consecuencias nefastas.