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Cartas al director

El diálogo y la palabra

En estos tiempos que estamos viviendo de incertidumbre, se han ido produciendo una serie de acontecimientos y de experiencias sobre los que merece la pena reflexionar: he descubierto muchas cosas, pero creo que hay una que es necesario destacar, la falta de un liderazgo humanista, un líder que sepa afrontar los problemas globales de toda la sociedad. Sobre todo, desde la ética, que engloba todos los campos: el político, el jurídico, el sanitario, el económico, etc. La ética compone el carácter de una sociedad para alcanzar el bien común. La esencia del liderazgo radica en la ejemplaridad de la persona, que debe salir desde el centro del individuo, de su corazón y su alma, porque toca a las personas que están en su entorno, bajo su mandato y su protección.

La fuerza del diálogo y la palabra ante la destrucción de la nación y la sociedad, la desmedida del amor por los demás nos hace oponernos siempre al mal. Porque el hombre es eso, un tránsito pensante y sensible para conseguir el bien común.

Hoy estamos viviendo unos momentos donde los políticos no están cumpliendo sus tareas para conseguir el bien de todos los ciudadanos, solo de una pequeña minoría. Por eso, la ciudadanía tiene un papel muy importante, es la que tiene que mostrar una madurez, una seriedad para buscar un buen líder, que no mienta y no busque solo votos, para tener poder. La desfachatez en la mentira no es astucia política, sino ruina ética.

Hace falta un líder que una el poder político, el económico y la sociedad. Hay que construir una sociedad en la que todos seamos ciudadanos de una misma nación, como llevamos siendo durante siglos, con nuestros símbolos, nuestra lengua y nuestras leyes, todos unidos y todos a una nación grande y libre como es España. Es necesario el cuidado de la vida y de la solidaridad, que se nos está deshaciendo, pero también de la palabra, porque es la que nos permite relacionarnos y entendernos los unos con los otros con respeto y educación…