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Cartas al director

Las izquierdas y Hamás

Judith Butler, catedrática de la renombrada universidad de Berkeley, se atrevió a sentenciar durante una conferencia en 2006 que tanto Hamás como Hezbolá eran «movimientos sociales progresistas pertenecientes a la izquierda global». Explicar la connivencia y aprobación que suscitan tales terroristas sanguinarios en «las izquierdas» de hoy no tiene ningún misterio: esos «pobres sin Estado» lo único que tenían a mano para «defenderse» eran «milicias armadas». Y de ahí hasta hoy. Así se contribuyó a asentar la legitimación intelectual de una visión izquierdista del mundo como dicotomía entre lo que es «malo» –todo lo occidental por poscolonial y reaccionario– y lo que es «bueno» –todo lo procedente del sur global victimizado y progesista–. Entretanto Hamás aprovechó sus fecundos 18 años en el poder para establecer una dictadura férrea, que se enorgullece de lanzar al vacío desde los tejados a gays, lesbianas y discrepantes de cuando en cuando, violar a madres y niñas israelíes –y otras– según convenga, decapitar a «kuffar» (infieles) de pascuas a ramos, y quemar vivos a los bebés que, –pongamos el 7 de octubre–, se lo merecen. En fin, todo lo cual no suena muy «progresista», ¿verdad? Tampoco que en elecciones libres se eligiera por una gran mayoría de gazatíes a Hamás para gobernar, desacreditando así la perenne acusación de «postcolonialismo salvaje» de la izquierda. Pues en esta convicción simplona encontramos lamentablemente también al Gobierno de España, quien atesora la misma amalgama de contradicciones ideológicas esquizofrénicas glorificando las anteojeras de «buenos» y de «malos». De esos votos estos lodos.