Cartas al director
Docentes en peligro
He sido profesor de instituto durante un breve periodo de tiempo. Tuve suerte: se trataba de dos grupos de 3º de BUP fantásticos, con quienes bromeaba para hacer la clase más entretenida, para que aprendiesen Filosofía divirtiéndose.
Cuando les examiné, me quedé perplejo ante el caso de un alumno que me entregó su examen sin responder a ninguna de las dos preguntas, confesándome que no le gustaba esta asignatura. Yo le dije que no le calificaría con un 0, pues el hecho de haberse presentado tenía su mérito.
Hoy leo, veo y escucho en los medios que un compañero ha sido agredido por el padre de un discípulo, quien, a su vez, le había clavado una navaja en el costado. Padre, hijo y profesor; ¿dónde está la causa de esta violencia vertida sobre los docentes? ¿Acaso no necesitará ese padre ser educado como persona para llegar a ser un buen padre? Si este objetivo se cumple, ¿no podemos creer que su hijo no será un delincuente, sino un ciudadano formado en valores morales? ¿Y acaso no redundará esto en la moral del profesor, quien acudirá diariamente a clase para seguir haciendo lo que de veras le gusta, que es enseñar entreteniendo a su alumnado? ¿Y no podemos creer que los alumnos pueden felicitar a sus profesores, saludarlos cuando les vean en la calle o presentarles a sus padres fuera del instituto?
Hay que erradicar el peligro que corren los docentes hoy en día. Muchos han abandonado su profesión, ya que prefieren conservar su vida. Y esto no es justo.