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Cartas al director

La escuela y nuestra educación

Escuela, quizás es la palabra que mejor describe la esfera púbica y personal de la educación.

La escuela lleva dentro el primer principio para una buena formación humana y cultural: la cercanía entre maestro y alumno.

La escuela posee otro sentimiento esencial para el equilibrio emocional de los alumnos, la convivencia amistosa.

La escuela inocula, de forma instintiva, la ilusión del descubrimiento diario de la cultura, en sus diversas formas, «la historia antigua y su progresión, la geografía como aprendizaje de nuestra pequeñez, la lectura como herramienta de conocimiento, los primeros números y sus problemas, los trabajos manuales en equipo, como cultura de grupo...»

La escuela y su primer maestro serán la huella que, de ancianos, palparemos y será como el video recordatorio de una infancia ilusionante.

La escuela de ayer y la escuela de hoy, así como el maestro de ayer y el de hoy, no deben evolucionar de la misma manera que otros temas, porque el nacimiento de un niño y su infancia, frente al mundo, siempre tendrán un único icono, la ilusión del descubrimiento.

La escuela es ese lugar inolvidable donde se llora, se patea, se abren los ojos, se inventan hadas, se aprende a querer al compañero, se comienza a no aceptar ciertas cosas y se protegen arropados por el gran guerrero, «gigante», mi 'profe'.

La memoria de esa etapa de la vida es la gran responsabilidad de los padres. La escuela nunca debería ser olvidada en lo esencial que lleva consigo, «la apertura al misterioso mundo exterior al seno de la madre y la apertura al gran mundo donde viven muchos seres como ellos»

Más tarde irán creciendo otras etapas de la educación, que fallarán siempre que se haya olvidado la escuela y su maestro.