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Cartas al director

Salvar a Sánchez

El día 8 escuchaba a un afamado tertuliano en una cadena de radio y en un programa nocturno, defender la necesidad de que el PP apoye las propuestas que el PSOE presenta en el Congreso, dado que se opone a ellas su socio de Waterloo. El argumento era tramposo, ¿cómo no apoyar medidas que favorecen a los ciudadanos? Y así pretendía convencer a su contertulio y a los oyentes. Y lo califico de tramposo, siendo una de las típicas maniobras de este Gobierno –recordemos la ley Montero– porque se centraba exclusivamente en un aspecto de la propuesta, el económico, las posibles ventajas de ello para los españoles.

Este famoso tertuliano se olvidaba, u omitía intencionadamente, otros aspectos que afectan al pueblo español, además del económico, y que aparecen en ese tren de propuestas legales, de las que la economía es sólo un vagón, y no voy a cansarles enumerándolas. Una solución se ofrecía en la misma cadena a la mañana siguiente, presentar esas medidas en una norma específica, y no junto a otras inaceptables para la oposición.

De hecho, el Sr. Leguina solicitó abiertamente el voto a todos los españoles, y en concreto a los votantes de Vox, como algo imprescindible para librarnos de este Gobierno.

Resulta infantil quitar el bocadillo en el recreo a un compañero de clase y luego pedirle que te vote para capitán del equipo. Si la corte de asesores y correligionarios del presidente hicieran su tarea en lugar de hacer la pelota quizá no estaríamos así, o tal vez sí, quien sabe.