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Cartas al director

Para reír, para llorar

No me negarán que el panorama político español les divierte mogollón. Raro es el día en que algún miembro del gabinete –incluido el presidente– no nos regala alguna perla que nos hace reír, aunque, luego, la risa se torne en llanto al contemplar la demagogia barata que se esconde tras las gloriosas ocurrencias que nos regalan.

Hace unos días, la vicepresidente Yolanda Díaz quiso arañar miles de votos haciéndose una foto recogiendo pélets en una playa gallega. A lo mejor es tan ilusa, además de demagoga, que cree que los ciudadanos de Galicia se dejarán engañar cambiando su voto mayoritario y tradicional al PP, quizá por su eficacia demostrada, a Sumar, el partido que recoge bolitas. Razonamiento ministerial para llorar.

La otra perla la proporciona el gabinete de Comunicación de Moncloa, ahíto de reconocimientos públicos hacia el «líder mundial» que les paga todos los meses. Sucedió en Davos. Al inicio de una reunión del presidente con los empresarios del Ibex, se escuchó una cálida ovación que iba dedicada a un alto ejecutivo de una importante empresa española que acaba de ser premiado a nivel internacional por su excelente gestión, y no al presidente del gobierno. El comunicado monclovita explotó de triunfalismo y tituló algo así como que los «empresarios del Ibex ovacionan al presidente.» Otro planchazo monclovita y no será por falta de asesores.

Y la última ocurrencia del ministro de Cultura (puesto de titularidad fungible) es que quiere enseñar el catalán por toda España. Con que mejore los pobres resultados del informe PISA en Cataluña se podría dar con un canto en los dientes. A mí, ministro no me busque aprendiendo catalán. Ya puesto a darle a la lengua, me apuntaría a clases de japonés y chino que tienen más porvenir.