La mentira

España está sumida en la mentira y a pesar de ser los españoles tradicionalmente un pueblo leal a la palabra dada, parece ser la mentira la práctica habitual de hoy sin que nadie se escandalice por ello.

El sanchismo es en sí mismo la esencia de la mentira, miente el presidente sin rubor alguno y miente cuando dice que es un simple cambio de opinión, e impone la mentira como método honorable en la política de su Gobierno.

Mienten sus ministros descaradamente y, por supuesto, también, miente su grupo parlamentario y todos los socios que le permiten continuar mintiendo desde su puesto en la Moncloa.

No contento con lo anterior, Sánchez extiende la mentira a la Presidencia del Parlamento que realiza diversas estrategias para esconder los dictámenes de los letrados de la Cámara desfavorables a sus intereses. Y como colofón a toda esta mentira ahora el Presidente del Tribunal Constitucional miente en sus sentencias y se permite el lujo de corregir al Supremo, llegando a la conclusión de que, a su experto y honrado criterio, patear a un policía en una manifestación no es delito.

Miente el Sr. Otegi que ahora se saca de la chistera que quien realmente era responsable de los crueles asesinatos de ETA era, ni más ni menos, el propio Estado y que por fin ahora nos han bendecido gracias a su benevolencia con una sociedad más libre.

Mienten los periódicos y sus periodistas, mienten las televisiones para favorecer las subvenciones y mienten hasta los concejales que con su mano inocente sacan año tras año a la misma persona premiada y aseguran muy ofendidos la limpieza del sorteo.

Frente a tanta mentira el sufrido pueblo español asiste perplejo frente a la nueva moralidad esperando que el Sr. Puigdemont se decida por fin a renunciar a la amnistía y a la nueva consulta prometida por nuestro mentiroso presidente.