Cartas al director
Sequía
Lamentable pero, en pleno siglo XXI, regiones de España están literalmente sin agua, en particular una Cataluña que entra a partir de hoy en fase de emergencia por sequía, con restricciones severas para su consumo. Más allá de apelar a la bonita solución de la «solidaridad interterritorial» en forma de envío a Barcelona de barcos con agua desalada, como propuso el Conseller de Acció Climàtica de la Generalitat a comienzos de diciembre, parece oportuno desempolvar un proyecto presentado a comienzos de los 90 por la CHE a la Generalitat, a la sazón presidida por Jordi Pujol, y que fue rechazado en el acto. Proyecto que proponía el trasvase de los excedentes estacionales de agua desde las cabeceras de los ríos Noguera Pallaresa y Segre a la del Llobregat, con poca necesidad de obra pública, y empleando embalses ya construidos como el de La Baells, en la cabecera del Llobregat. Todo era y es susceptible de ser cuantificado y regulado, y ni una boca o palmo de terreno se iban a quedar sin agua cuencas abajo del trasvase, antes de la desembocadura del Segre en el Ebro. Razones para el rechazo presidencial fueron hasta lógicas, desde un punto de vista político: «No quiero enfrentamientos con los agricultores de la provincia de Lérida», entiéndase «con posterior pérdida de votos», y, sobre todo, el Molt Honorable puso énfasis en «esa obra es poco costosa», interprétese como: «Mi 3 % se queda en casi nada»... pues eso, en parte, de aquellos polvos vienen estos lodos. En todo caso, no es momento de lamentaciones por una secular falta de educación a la población, y nula planificación y gestión en el uso de un recurso natural escaso en España, como es el agua. Sí es necesario abordar con urgencia una óptima gestión integral del agua, con el soporte técnico de expertos que aporten soluciones eficientes, sin la injerencia de intereses políticos. Si Joaquín Costa levantara la cabeza…