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Cartas al director

El juicio de Salomón

Creo entender, muy someramente, que el patriotismo es sustancialmente el amor a lo nuestro, en tanto que el nacionalismo es el odio al otro. Ya ven; querer frente a aversión. Una notable diferencia en el desarrollo de las pasiones. Es por esto que albergo dudas, cuando contemplo en el discurso político que la gran porción del tiempo va dedicada al desprecio del rival, en lugar de a la exaltación de lo propio. Posiblemente no falten argumentos en la crítica mordaz, pero los proyectos hermosos se construyen con hermosas actitudes y gestos, y no tanto con la ira fluyente. ¿Cómo puedo construir España desde la destrucción?; desde el menosprecio exclusivo a los demás. Cuando precisamente hay tanto, tanto por resolver que requiere del compromiso de todos. No me vale la mera crítica devastadora de los falsos patriotas, que en un atrevido ejercicio de aparente lealtad prefieren destruir a erigir. No me vale el que mejor muerta, porque solo nosotros seremos capaces de resucitar. Amor a España es, como en el pasaje bíblico del juicio de Salomón, ser capaz de entregar el hijo a su adversario, con tal de no verlo muerto. ¿O también vamos a acomodar la Biblia a nuestro antojo?