Cartas al director
El campo se rebela
Se nos pide a los agricultores desde los despachos bruselenses que ayudemos a la conservación del medioambiente: reconvirtiendo los cultivos tradicionales en ecológicos, rotando cultivos, instalando paneles solares para generar energía limpia… Pero nuestras perennes reivindicaciones son desoídas sin remisión: elevados costes de producción, competencia desleal de terceros, una PAC inflexible y una burocracia en continuo aumento. Viven de espaldas a nuestros problemas cuya realidad socioeconómica desconocen. Son meros diletantes más o menos utópicos y no siempre bienintencionados que parecen querer sepultar las escasas esperanzas de un sector que sobrevive en crisis permanente.
Aún no han comprendido que los que vivimos aquí y malcomemos de esto somos los más interesados en su pervivencia, pero las demenciales y radicales medidas medioambientales nos impiden continuar en el medio rural. ¿Ellos desde sus despachos lo cuidarán entonces, cuando ya no estemos nosotros?
Nuestro objetivo no es pedir más dinero y trabajar menos como insinúan algunos urbanitas en sus excursiones de fin de semana, sino que podamos vivir dignamente incluso sin la PAC, como antaño. Que dejemos de ser el pariente pobre, la cenicienta del sistema productivo. Nuestra resignada y atávica paciencia frente a la desidia de los gobernantes tiene que tener un límite.