Cartas al director
Aislamiento, desconexión... armas del poder fáctico
La peor circunstancia que puede encontrarse un ciudadano es el «aislamiento», la «desconexión» con la realidad que da vida a su entorno social.
Hoy, puede que siempre, el «poder fáctico» permanece de forma permanente en el engranaje social diseñado para, dicen, una buena organización ciudadana (a su servicio).
Todo mentira. Los ciudadanos de a pie estamos desconectados de todos aquellos lugares de interés convivencial, ya sea por lo personal o por lo social.
Unos porque su edad, su etapa de vida, está en los márgenes que rayan con el más allá, otros porque han traspasado unas épocas en las que los contactos eran verbales, escritos o simplemente enviando recados y los demás están en un punto intermedio donde la cláusula principal es «el interés».
«El interés» nos debería poner en contacto con los demás, con los programas culturales, con los medios de comunicación, con las redes sociales, etc.
La realidad, sin embargo, es otra: «la dificultad» que ese «poder fáctico» coloca en sus «localizadores» para que al ciudadano en muchos casos le sea muy difícil contactar.
En ese caso no se trata de ignorancia sino de «dosificación» que dichos poderes colocan en sus webs para que no todos puedan acceder con facilidad a determinados temas o, sobre todo, a determinados contactos personales.
El ejemplo más clarificador es «intentar contactar por e-mail con personajes políticos o religiosos...», te renvían a direcciones informativas generales.
Cuando el «pobre» ciudadano decide contactar vía carta certificada con acuse de recibo, lo único que consigue es saber que ha llegado al despacho anterior al destinatario, que ya se encarga de dosificar lo recibido... Sin respuesta.
La pregunta más repetida por todos aquellos que viven pisando las carcomidas aceras es:
Ante cualquier respuesta, te siguen diciendo: ¿tú sabrías enseñarme a manejar la sede electrónica de...?
Señores políticos, señores gobernantes municipales, señores dirigentes de asociaciones, señores maestros... ¿tan difícil es enseñar, diseñar caminos de contacto?
Por eso hablo de «aislamiento», de «desconexión»... Sí, les hablo a ustedes, señores políticos, señores de la jerarquía eclesiástica, señores dueños de las líneas que ayudarían al individuo... Pobre, rico, ignorante o intelectual...
¿A que va a ser verdad que la mayoría de nosotros somos piezas de un engranaje que no está engrasado?
¡Con lo bien que entienden los del piso de arriba!