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Cartas al director

Orgulloso

Así me siento el día después de las elecciones gallegas. Y no es solo porque haya ganado el PP su quinta mayoría absoluta, cambio de líder incluido, sino porque me siento orgulloso al ver que mis paisanos siguen prefiriendo la moderación a la confrontación, al comprobar que siguen eligiendo derribar muros que levantarlos, a que no les inmuta la polarización y a que votan con sentidiño. Orgulloso, porque hemos vuelto a huir de los extremos una vez más. Orgulloso de que esos votantes del PSOE de toda la vida hayan elegido otra opción política y porque puedan ver lo que casi todo el mundo ve: que Pedro Sánchez está embarcado en una misión suicida de autodestrucción de su partido.

Ha sido patético escuchar en una conocida cadena de televisión nacional a sus tertulianos, presentador incluido, achacando el éxito del BNG a la buena campaña realizada y a los problemas en la dirección del Partido Socialista de Galicia. Ni una sola crítica al líder supremo. Ni un solo análisis político tan básico como la suma y la resta. El Bloque gana 6 y el PSOE pierde 5. No se les ocurre, vaya. Perderían seguramente su puesto de trabajo. Es verdad que siempre quedan algunos fieles que pase lo que pase votarán a las siglas, esté quien esté al mando. En mi pueblo, eso tiene un nombre, pero ahora mismo no recuerdo cuál es.

El recado que se le ha mandado a Ferraz desde Galicia es muy potente: dejen de destruir el partido y vuelvan a lo que era el PSOE, es decir, un partido moderado, un partido con sentido de Estado y capaz de gobernar para todos y no sólo para y por una sola persona. Un partido que no construye muros y que no practica la doble moral ni la mentira, la llamen como la llamen.

El erial que va a quedar después de Sánchez va a hacer muy difícil recuperar el campo de la izquierda moderada. Es urgente y vital que los propios militantes se sigan manifestando como lo han hecho en Galicia antes de que sea demasiado tarde.