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Cartas al director

Dime con quién andas

No cabe duda alguna, la cara es el reflejo del alma. Viendo las imágenes de TV de Koldo acompañando a su jefe, ministro de Transportes, se pude apreciar que sus aspectos no generan ninguna confianza. Ese grupo de personas nos recuerdan a las películas del Chicago de los años veinte.

Uno puede aventurarse a afirmar que no son trigo limpio y aunque se nieguen a aclarar qué contenían esas maletas de su amiga Delcy, nuestras sospechas continúan vigentes hoy en día.

Ahora resulta que, según parece, Koldo acaudalaba una buena fortuna con las comisiones en la compra de mascarillas durante la pandemia y con él un grupo de amigos y parientes cercanos todos ellos imputados recientemente.

Esa sospecha que genera el aspecto de las personas se repite igualmente con el actual ministro de Transportes y, sin ir más lejos, la cara muy conocida y familiar de nuestra sonriente ministra de Hacienda sin que eso suponga ningún prejuicio ni valoración.

Otro llamativo ejemplo de la falta de confianza que generaba su aspecto fue el caso del Sr. Granados de triste recuerdo para el PP de Madrid. Lo que resulta especialmente llamativo es que los responsables de estas personas jamás sospechasen de esos llamativos individuos y que una vez destapado el correspondiente caso de corrupción tuviesen las primeras noticias del mismo por la prensa.

A las mujeres del César no les bastaba con de ser honestas, debían igualmente parecerlo.