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Cartas al director

El valor de la doctrina social de la Iglesia

La llamada «cuestión social» no surge en la Iglesia de manera espontánea con la intervención pública de León XIII y su encíclica Rerum Novarum, de 1891. El siglo XIX y la revolución industrial dio origen a la dicotomía obreros-empresarios y crearon situaciones tensas e incluso violentas. La Iglesia no participó oficialmente desde el inicio de esta dialéctica, aunque sí hubo personajes pertenecientes a ella que tuvieron intervenciones destacadas: hay que recordar a Ozanan, Lamennais, el obispo Ketteler o el cardenal Manning entre otros.

El problema social se agudizó con las ideologías: liberalismo, socialismo, anarquismo, marxismo… La violencia llegó en ocasiones a extremos de auténticas batallas campales. Fue en medio de esta virulencia cuando León XIII publicó la Rerum Novarum, sobre la situación de los obreros. Un auténtico trallazo que causó verdadera conmoción en los ambientes eclesiásticos y en los ambientes civiles y proclamó la necesidad de la armonía entre las clases sociales. Para ello estableció como las líneas generales de entendimiento con medidas prácticas aplicables a unos y a otros.

El paso de los años y de las circunstancias económicas, empresariales, sociales, políticas, etc. hicieron que las directrices maestras de esta encíclica dieran lugar a otras encíclicas conmemorativas que aquella primera, pero actualizando y desarrollando las circunstancias: caben citar la Quadragésimo anno, de Pío XI en 1931, sobre la restauración del orden social y su perfeccionamiento de conformidad con la ley evangélica; Mater et magistra, de Juan XXIII en 1961, sobre el reciente desarrollo de la cuestión social a la luz de la doctrina cristiana; Populorum progressio, de Pablo VI en 1967, sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos; y, tras otras varias, la que por el momento cerró el ciclo conmemorativo: Centesimus annus, de Juan Pablo II en 1991, verdadero y extenso tratado social, en la que actualizaba y consolidaba una doctrina centenaria a la vez que enfocaba con visión profética el camino hacia el tercer milenio.