Cartas al director
Esclavos de las leyes
Parafraseando al pedante don Hermógenes de la comedia moratiniana, lo escribiré en latín para mayor claridad: «Legum omnes servi sumus ut liberi esse possimus». Convendría no olvidar la paradoja de Cicerón, según la cual todos (gobernantes incluidos, lo que va entre paréntesis es mío) somos esclavos de las leyes para poder ser libres.
La tradición cristiana enseña que la verdad nos hará libres (y la mentira, lógicamente, esclavos), y que la ley se hizo para el hombre, y no viceversa. Cuando desde el poder se suprimen, adaptan o crean ex nihilo leyes en función de los intereses espurios de quienes mandan, son estos los únicos que pueden disfrutar de una libertad fraudulenta y generada a partir de la transgresión de la propia ley, sometiendo a una esclavitud indeseada a quienes se niegan a aceptar preceptos o códigos inquisitoriales y edificados sobre los cimientos de las más groseras falacias.
Y esto es lo que anda sucediendo en algunos lugares donde Cicerón no goza de excesivas simpatías.