Cartas al director
Hermosas palabras de Felipe VI
Su Majestad el Rey Felipe VI nos ha recordado a los depositarios de un título nobiliario que tenemos un deber de «obligación y ejemplaridad».
En calidad de marqués de Solera y de Maestrante de la Real Caballería de Valencia, subrayo sus palabras tanto con el corazón como con la pluma barroca que yace en mi escritorio.
Quien piense que pertenecer a la nobleza es una exhibición de farfolla y ringorrango, una muestra de vanidad hierática, es que mira solamente a la fachada, al significante, sin penetrar en el significado.
Porque el ideal nobiliario no persigue la búsqueda de poder ni de dinero, sino que aspira a saldar una deuda con la historia, que no es otra que erigirnos en transmisores y custodios de aquellos usos y costumbres que ennoblecen –desde un prisma espiritual, moral, intelectual y estético– a la sociedad española.
Ser noble comprende sellar un compromiso lacrado con una defensa audaz de la Cristiandad, de los cánones de la cortesía y la buena educación, del trato impecable hacia el prójimo (con independencia de su estatus socioeconómico); a lo que cabe añadir que somos portadores de tradición, de filia por la cultura, de arte y de belleza.
En palabras de G.K. Chesterton, «la tradición es la transmisión del fuego, no la adoración de las cenizas». Por consiguiente, nuestra vocación no consiste en retroceder en el tiempo, sino en conservar lo encomiable del pasado en el mundo de hoy.
Nuestro compromiso es el de ser luminarias de las buenas costumbres, que no faros del brillo social más altanero y codicioso.