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Cartas al director

Bomberos de Madrid

En los primeros años ochenta se me quedó grabada una imagen desde entonces imborrable. Empezaba a operar la Policía Autonómica Vasca. Un coche policial se detuvo en la plaza de un pueblín vasco cuyo nombre no retengo. Se interesaron, supongo que con el ánimo de reprocharles, cómo dos zagalillos se aupaban a un contenedor verde de envases de cristal. Se les había caído dentro la maquineta de comekokos, con la que jugaban los niños de la época. Los dos agentes extrajeron del automóvil una palanca larga, con la que intentaban rescatarla. Les llevó un buen rato, lo que acumuló paseantes y curiosos ante las grotescas posturas de uno de ellos en la boca del contenedor. Finalmente, éxito. A mí desde luego se me antojó una acción amable, muy humana y tremendamente carismática. Supongo que son adjetivos éstos con los que calificar del mismo modo el rescate por parte delos bomberos de Madrid del trofeo de un equipo de rugby caído en el estanque del Retiro. Seguro que es antirreglamentario, como bien dice la oposición municipal, pero no por ello deja de visualizar del mismo modo pragmatismo, cercanía y vocación de ayuda, a un equipo de zagales grandotes, que ahora lo revierten con agradecimiento y simpatía. Publicidad y chorro de humanidad gratis para los bomberos de Madrid, como consecuencia de la legal y certera protesta de la oposición, a mi entender cargada de torpeza.

Enrique López de Turíso

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