Cartas al director
La fiesta de la Resurrección
No me considero, ni por asomo, uno de aquellos que clama por una modernización de la Iglesia Católica, de esas que hacen peligrar sus esencias más prístinas o primigenias.
Ahora bien, mientras dichas esencias no sean puestas en solfa, sí que estoy abierto a pergeñar nuevas formas efectivas de evangelización (sobre todo, en un contexto histórico en el que la fe católica sufre un vertiginoso declive).
El reciente espectáculo de La fiesta de la Resurrección, pese a que sea una manera innovadora de hacer brillar la luz de Dios en la plaza pública, se trata de una novedad en las formas que no perjudica al fondo.
Esta fiesta ni tergiversa la Doctrina Social de la Iglesia, ni discute la ortodoxia del pensamiento cristiano, ni trastoca los ritos litúrgicos. El problema surge cuando una renovación en las formas sí que incide en algunos de estos aspectos; pero no es el caso, razón por la cual podemos cantar tranquilos.