Cartas al director
El mago
El personaje (creo que es el sustantivo más honroso que se le puede dar) que hoy está en el centro de todo, nos ha ido sorprendiendo desde hace años con todo tipo de artimañas, maniobras, sorpresas y trampas, por qué no decirlo, pero ha rebasado todos lo límites.
Llevo tiempo sosteniendo cómo ha demostrado su carácter de mago. Pareció magia cuando expulsado del PSOE con toda urgencia, supo volver al poder de dicho partido y con el tiempo se hizo dueño del mismo. Quién recuerda hoy quiénes eran Susana Díaz, Javier Fernández o el mismo Borrel (a efectos del partido). Hoy se ha hecho con el control absoluto de un partido que ha perdido toda opinión discordante seria (digo seria, no lo de Page), a pesar de sus cada vez más menguantes resultados.
Pero la magia sigue. Ha conseguido gobernar después de una exigua mayoría de la moción de censura, de gobernar con los que nunca gobernaría, o el más difícil todavía, con la repetición de un gobierno más Frankestein incluso que el anterior. En este proceso, se va acercando a la aniquilación de toda izquierda más a la izquierda del PSOE (ya conseguido con Podemos) mientras que enfrente sigue teniendo una derecha dividida, que matemáticamente se deja escaños en su división.
El mago sigue todos los trucos del repertorio más variado. Desde la aparición del conejo de la chistera (convocatoria de elecciones el 23J), el cambio de cartas por ases de la baraja (votos por amnistía), clavar espadas sin que duelan (las puyas a Sumar y Podemos), la desaparición de otros (aniquilación de Podemos ya comentada), la apropiación de todas las cuerdas del público para unirlas (intervención en todos los poderes del Estado) y otros muchos. Para ello, el mago se sirve del engaño, la ilusión, la inocencia del público, los efectos especiales, la colaboración de un gancho y el olvido o el no tener interés por descubrir el truco.
Y ahora el mago ha llegado al culmen. El David Copperfield a la española nos sorprende con el truco de hacerse desaparecer a sí mismo y volver a aparecer. La desaparición durará 5 días y para distraer la atención del respetable se hace el ofendido, para que el público, teniendo ganas de que aparezca, soporte nuevas noticias de corrupción y de tráfico de influencias y se compadezca.
Estamos hartos: no es la clase política, son algunos políticos que olvidaron el interés general y el bien común, no es la derecha y la ultraderecha, son los españoles que quieren vivir en paz y concordia. No queremos polarización, queremos concordia. No queremos integrismo, queremos ir con la verdad por la delante. No toleramos corrupción, queremos honorabilidad y transparencia.
No queremos magos, queremos decencia y Verdad