Cartas al director
Fachojo
Últimamente he notado un afán desmedido por huir de grupos y clasificarnos dentro del hedonismo más sectario. Usted puede ser vegetariano, pero también vegano, crudivegano, vegano fijo discontinuo…. aunque si además le gusta la carne y el pescado, bueno, según los iluminados, hay unos treinta géneros más entre los que puede elegir.
Sin embargo, en el plano político nos quieren reducir a la mínima expresión. O es usted un «rojo», o un «facha». En medio no puede estar. Pero cuando traspasamos la indecencia y lo extrapolamos a cualquier acto de nuestras vidas, comienza a resultar descorazonador. Es como decidir si un vaso está medio lleno o medio vacío. A mí lo único que me importa es que tenga algo de beber, pero si le gustó la canción de Israel en Eurovisión, es de derechas. En cambio, si le gustó la representante española, además de ser más rojo que los tomates de la huerta de su vecina, tiene un pésimo gusto. No puede ser que no le haya gustado ninguna, porque no existe «fachojo» o «rofacha». Se llama polarización y nos está afectando a todos.
Yo le ofrezco más opciones. Si usted cree que Sánchez influyó en el recuento de votos de las últimas elecciones generales (¿de quién depende Correos? ¿E Indra? Pues eso), o cree que su mujer y su hermano se beneficiaron del cargo que desempeña para hacer negocios, o que un exministro formaba parte de una estructura de mordidas, o que Óscar Puente es un fanfarrón, grotesco y analfabeto (pensé que no me iba a leer nadie, sino no lo hubiera escrito), no es que usted sea facha. Simplemente, es perspicaz. Pero si piensa que votando a Sánchez se va a acabar el desafío independentista, o se cree las cifras de paro de la Yoli, o que la oposición y los diarios independientes son una fábrica de bulos, entonces, no solo es rojo, sino que además, le falta un hervor.