Cartas al director
A Joan Manuel
Hay calles y avenidas con su nombre, incluso una placa identifica la casa donde vivió en el barrio barcelonés del Poble Sec. Por fin y por fortuna, el próximo octubre recibe el prestigioso Princesa de Asturias de las Artes 2024. Estoy convencida de que otras personas son igualmente dignas merecedoras de semejante galardón, pero no es menos cierto que sus méritos son extraordinarios: Joan Manuel nos ha regalado arte, poesía y música durante más de cincuenta años.
Tendría yo quince cuando cayó en mis manos su disco (de negro vinilo) dedicado a Antonio Machado y todavía atesoro un luminoso recuerdo de aquellas melodías que escuchaba una y otra vez mientras, sin darme cuenta, despertaba a la vida. A lo largo de los años las he retomado en numerosas ocasiones y siempre con emoción, pues me llevan en volandas hasta la adolescente que fui.
No nombraré las innumerables canciones con las que ha sabido trazar, como ningún otro poeta, la secuencia de nuestros días: muchas de ellas ya se han convertido en himnos para todos. Ahora bien, en un rincón del alma guardo una canción pequeñita e inadvertida en medio de grandes temas, pero llena de fragilidad y de ternura. Sus últimos versos me siguen llamando para recordarme amores que pasaron fugaces, sí, como estrellas resplandecientes, mas nunca olvidados: «Dondequiera que estés / te gustaría saber / que te pude olvidar y no he querido / y por fría que sea mi noche triste / no echo al fuego ni uno solo / de los besos que me diste». ¿Cabe más belleza y sentimiento? Joan Manuel, dondequiera que estés, te gustaría saber que yo tampoco echo al fuego ni uno solo de los versos que me diste.