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Cartas al director

La rebelión de Belorado

Desde la noche de los tiempos, la tentación más sibilina y peligrosa acecha en cada recodo del camino para insuflarnos autosuficiencia. Proceso muy difícil de revertir, porque nos vuelve opacos a la verdad, nos atrapa en el engaño y nos encauza por un lecho de autocomplacencia. El peor augurio de una ruina personal cierta.

Ni la persona más bondadosa puede sentirse a salvo (I Cor. 10). Son las difíciles pruebas de la inteligencia y la voluntad, las dos potencias soberanas del alma; pero, es la obediencia a la que la sentencia divina asegura la victoria: «El varón obediente cantará victoria» (Prov. XXI, 28).

«La disciplina es el aprendizaje de la solidaridad» (Brunetière). En lo sobrenatural más, porque ninguno se salva o se condena solo. Mejor es la obediencia que cualquier otro sacrificio. Nos purifica, pues por ella dejamos de buscarnos a nosotros mismos. La rebeldía y la desobediencia nacen de la soberbia. De la humildad nace la obediencia. «La humildad es la verdad», aseguraba Santa Teresa. ¿Conocen algún santo desobediente, aún a pesar de haber sido tratado injustamente?

La soberbia nunca viene sola. La acompaña una luz cegadora. Impide percatarse a tiempo de las advertencias del peligro. Si no fuese así, esas clarisas ¿podrían desconocer que Dios bendijo a Abraham por haber obedecido ante la terrible prueba?; ¿Que la Virgen María, se declaró «la esclava del Señor»?; ¿Que Jesucristo fue obediente hasta la muerte?; ¿Olvidar que Cristo edificó su Iglesia sobre Pedro?

No cabe la simulación en la Fe. Se espantaba un no creyente de que una pariente suya, monja de clausura, se pasase la vida «adorando a un pedazo de pan». Le resultaba inconcebible el poder infinito de un Dios hecho alimento en una «locura de amar», ni comprendía la felicidad radiante de su familiar contemplando el misterio. Pero, lo verdaderamente increíble sería que la adoración de un pan, expuesto a su adoración por un falso obispo o cura fake, que no han recibido el poder del Espíritu para consagrar, produjese frutos de unidad y santidad.

A la vista queda que, como alertaba Pablo VI, «quien actúa contra o sin la Jerarquía, se atrofia».

Probablemente, los medios anticristianos de izquierdas habrán olfateado tufo a 'facho-esfera' en el obispo de pega, y optado por negar apoyo a su 'eminencia'. Los anticristianos de derechas, también probablemente, preferirán exprimir el filón de la noticia, montar un culebrón o una serie, sirviendo a su único señor: el dinero.

Francisco Javier Lage

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