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Cartas al director

Ayuda española a Ucrania

Es hermoso el compromiso de España para con la soberanía y la libertad de Ucrania. Lo digo sin sorna. Mil millones de ayuda militar dan para un tanto. Considerando los aproximadamente veinte mil ucranianos fallecidos en el primer año de guerra, y diez mil en el segundo, así como los ya mil en lo que va de año hasta mediado de febrero, los mil millones de ayuda española da por lo menos para otro mil muertos más. Si cuando menos la ayuda sirviese para restañar la invasión, bien empleado estaría. Pero permítanme sospechar que no va a ser el caso.

La disposición de poder nuclear por parte de Rusia, así como la locura-disposición a su utilización por parte de sus autoridades, otorga a Rusia un elemento sustancial que hemos de considerar. Rusia no va a perder la guerra, aunque nos reviente el alma. Pero de la misma forma que nuestras autoridades solventan el problema de la inseguridad con más policías, por ser lo más sencillo y lo más visible, Occidente resuelve políticamente la ayuda a Ucrania con más bombas.

A mí me gustaría que ese esfuerzo y esos ciento diez mil millones de dólares ya gastados hasta ahora en ayuda militar a Ucrania fuesen a algo más imaginativo, más fructífero, más sensato. Un esfuerzo por la paz desde la transformación de las voluntades y el convencimiento de que la guerra solo genera muerte, destrucción y devastación, gasto y frustración. Es una ruptura del avance. Es un retorno a la casilla de salida. No he sido hippy, ni nada que se le parezca. Tampoco he cantado por la paz con túnicas de colores. El esfuerzo por la paz es un recurso real. Luchemos por él, en lugar de prolongar la miseria.