Cartas al director
Ser libres para vivir con dignidad
La vida es libertad y todos tenemos que ser libres. No se puede permitir el daño que hacen los malvados, esos que destruyen vidas a costa de mantenerse ellos con vida. Esos engreídos y opresores tiranos que van a su avío, esos malhechores dominados por el vicio del poder que lo destruye todo, esos esclavizadores y explotadores de los recursos de territorios extranjeros, incluida la esclavitud de sus gentes, esos sátrapas, y esos dictadores.
La libertad es la esencia maravillosa que dignifica al ser humano, viva donde viva, sea como sea, piense como piense, tenga lo que tenga, y crea en lo que crea. La fe ha de ser la semilla buena que evite que las malas hierbas campen a sus anchas.
La historia de la humanidad está plagada de sufrimientos. En pleno siglo XXI, tendríamos que ser más buenos, demostrando que nuestra humanidad, nuestra razón de ser, nuestra condición, y nuestro factor humano, sean los auténticos prototipos de la buena dignidad humana, con su tolerancia, respeto, misericordia, ayuda, compasión y amor. Dignidad, como lo es, fruto de la ética y de la moral, garantes de la libertad, ese patrimonio inmemorial del ser humano.
Fastidiar la libertad, aniquilando la honradez y la bondad, no tiene perdón de Dios. Visto lo visto, por desgracia, mucha gente ya no piensa en ser buena, sino en ir a su avío.
El verdadero sentido de la responsabilidad radica en la honradez. Esa virtud del ser humano en respetarse a sí mismo y respetar a los demás, sin engaños, sin mentiras, sin intrigas, sin robos y sin infidelidades.
La dignidad humana se demuestra siendo digno y humano. Nadie tiene que despreciar ni humillar a nadie alardeando de su narcisismo, de su egocentrismo, de su prepotencia, de su arrogancia, de su desvergüenza, y de su envanecimiento.