Cartas al director
CGPJ remozado
Remozado el CGPJ con cesión incluida al 'cancerbero España', esperemos que los pies de los jugadores se aposenten sobre el terreno y se dediquen a marcar goles y dejen de elucubrar con castellets en el aire.
Si bien en tiempo de descuento y de penalti, bienvenido sea el acuerdo entre PP y PSOE sobre la máxima autoridad de la judicatura española: acaso 'el pitido arbitral' sirva de aviso a los que desde las almenas de sus castillos solazan su perspectiva visual y, sin 'comerlo ni beberlo', les saque de su entretenido juego de carambolas de billar.
Y tanto ha ido el cántaro a la fuente, que ya la RAE, –dicen los entendidos–, baraja el concepto 'aprovechonista' como candidato/a a palabro/a del año 2024. En todo caso, es irrefutable que en cualquier momento, circunstancia y situación aparecen los aprovechados; qué decir al respecto, si además median lazos familiares: ¡apaga y vámonos!, o sea, excusable en el ámbito privado, reprobable bajo cualquier concepto en el público.
Las fórmulas de meritocracia en España aparecen y desaparecen por encantamiento político sin orden ni concierto, dado que es el presidente de Gobierno quien goza de la prerrogativa de convocar elecciones 'a su antojo', y es después de celebradas éstas cuando el baile de los aprovechados se regodea sin mayor disimulo.
El problema en este caso estriba en que esas fórmulas de meritocracia aludidas no son matemáticas, sino de quita y pon a conveniencia, porque dado que articular los méritos mediante una secuencia de ecuaciones resulta complicado, todo lo más que se suele aplicar en estos casos es la por todos conocida regla de tres. Pero a veces..., ni por esas los deméritos de los agraciados sirven para compensar nada que no sea sus bolsillos y el descrédito generalizado de quiénes ahí les colocaron.