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Cartas al director

El suicido de Vox

Creía que Vox llegóppara que quedarse, pero después del fatídico 11 de julio, tengo muy claro que, al igual que Ciudadanos, este partido acabará desintegrándose, y por la misma razón: por el afán de protagonismo de su líder, que no ha sabido aprovechar su éxito inicial. Es falso el argumento de Abascal de que tenía un acuerdo con el PP en materia de inmigración, pero ha sido su excusa para romper con Feijóo, y es erróneo su argumento de mantener la dignidad del partido, cuando lo que manda es la fidelidad a sus votantes, que estaban encantados con las coaliciones conseguidas en seis gobiernos autónomos.

Abascal no tiene cintura política, se ha desprendido incomprensiblemente de sus mejores colaboradores, se ha aliado con el grupo europeo pro-Putin, y se ha dedicado a atacar a Feijóo, cuando el enemigo real es Sánchez, el único que con este plante sigue ganando, y que basta que haya dicho «no puedo ocultar mi alegría y mi felicidad (...)», para confirmarnos que todo lo que sea bueno para este sujeto, definitivamente es malo para España. El tema de los menas es real, pero este año ya se han repartido cientos por las comunidades del PP y Abascal no abrió la boca, y nunca se podrá solucionar escondiendo la cabeza como un avestruz, y más si se es fiel con el espíritu cristiano. Estando dentro de los gobiernos autónomos, Vox tenía posibilidad de seguir peleando constructivamente, pero como simple oposición populachera, no tiene nada que hacer, por lo que mi propuesta sería que todos los defenestrados, en bloque, se pasaran al PP, y se acabó el problema.