Cartas al director
Jesucristo, los mártires y la Iglesia
En referencia a la entrevista de Álex Navajas al obispo de Orense, Leonardo Lemos, en la que este último se muestra agradecido por la canonización de un mártir orensano, quiero recordarles que Jesucristo murió con el propósito, la intención, el objetivo de ser el último mártir; no se sacrificó para ser un ejemplo de martirio sino para que no hubiera ya más mártires: murió para salvarnos a los demás y que los demás no tuviéramos que morir como él murió y lo hizo por amor.
En cierto sentido, desobedeció la indicación que Dios le dio a Abraham prohibiéndole los sacrificios humanos cuando envió a un ángel para librar a Isaac de la locura que iba a cometer su padre. No me des a tu hijo, tu don más preciado, dame aquello que te sobre, vino a decirle, y desde entonces los judíos celebran el brit milá. La indicación de Dios es muy importante porque para dar aquello que nos sobra primero tenemos que reflexionar y decidir qué es lo que nos sobra para poder ofrecérselo.
Pues bien, aunque Jesucristo pudiera haber desobedecido ese mandato divino de no ofrecer sacrificios humanos ni siquiera por el bien ajeno (él mismo dijo que había que querer al prójimo como a uno mismo, no más), honremos su memoria y su amor hacia nosotros no siendo mártires, preservemos nuestra vida y confiemos en Dios que siempre acaba poniendo las cosas en su sitio.